Homenaje a Reinaldo Arenas

Homenaje a Reinaldo Arenas

Homenaje a Reinaldo Arenas en representación de  todos los escritores, artistas, intelectuales y actores de la sociedad civil independiente cubana que durante estas seis décadas horribles han dado testimonio de libertad y expuestos sus vidas por ello. Al pueblo cubano que sigue dando frutos de autonomía, compromiso y amor por la dignidad de todos.

Tema, once variaciones y coda para violín solo

Introducción

El tema  central de esta obra, desde el cuál emergen las variaciones se inspira en la necesidad de libertad de expresión. Si bien, en cualquier sociedad humana, por mejores índices de tolerancia y respeto que promulgue, se dan casos de vulneración de este derecho humano fundamental, en una sociedad totalitaria y represiva como la cubana se agudiza y profundizan las consecuencias de ejercer la libertad de pensamiento. El tema de esta obra fue escrito hace aproximadamente dos años cuando en el contexto cubano el régimen comenzó a implementar un decreto número 370, penalizando incluso las expresiones y publicaciones en las redes sociales. En medio de una campaña del #NOAL370 decidí escribir este tema para realizar posteriormente variaciones. Sin embargo, la obra quedó ahí a la espera y casi dos años después decido continuarla y terminarla atravesado por el horrible contexto represivo actual de Cuba después de las protestas del 11 de julio del 2021.

Mi tesis central es que la libertad de expresión implica un doble combate, al interior del sujeto y al exterior del mismo. Los dos son muy necesarios porque interiormente debe crecer la necesidad de expresión y exteriormente debe manifestarse. Esto implica un compromiso con uno mismo, un respeto a nuestras propias posibilidades de pensamiento, criterios y juicios sobre la realidad. El impacto que genera ejercer la libertad de expresión en nosotros y en los que nos rodean pone en juego un vaivén de circunstancias que en un contexto totalitario puede costarle mucho no solo a la persona que ejerce su derecho sino a sus amigos, familiares y conocidos. Es por eso que se da un combate interior y exterior en donde a veces la frontera no queda claramente delimitada y mucho menos el efecto de todos estos factores hacia el sujeto y la sociedad.

El tema

El tema musical pone en juego un conjunto de elementos sonoros que a mi juicio posibilita una conexión múltiple con la idea del combate interior y exterior cuando ejercemos nuestra libertad de expresión.

Lo primero a destacar son detalles globales que implican el diseño general de las variaciones y que potencian el mensaje principal de la obra. El tema está diseñado sobre el esqueleto rítmico estructural derivado de la interacción de dos duraciones contrapuestas (7 y 8). Esta interacción genera una seria rítmica de rotación de duraciones que confluyen a un espacio central donde se igualan y terminan en una espacio final invertido[1]. A partir de obtener esta serie entonces la proyecto en unidades de semitono en una escala cromática continua que comienza en la nota más grave del instrumento (la cuerda sol) y que culmina en una altura (la b sobre agudísimo) al límite del diapasón del violín. Esta estructura fundamental sostiene una relación causal principal en todas las variaciones.

Lo segundo es la direccionalidad ascendente linealmente del tema y las once variaciones exceptuando la coda. El tema más que un tema, (pensando en la significación tradicional de este término) es un marco continuo que fundamenta el despliegue y la creación de variantes de esa estructura central. Es por eso que la direccionalidad lineal ascendente forma parte de esos elementos inamovibles que trasversalmente comunican a todas las variaciones. La idea conceptual detrás de este diseño es la representación del emerger de la necesidad de expresión como algo que brota de lo profundo e interior de nosotros y que implica siempre su desborde una proyección de nuestra particularidad en el tiempo y ante los otros.

Lo tercero a destacar es que esta proyección ascendente choca siempre con múltiples obstáculos (internos y externos en un contrapunto bastante complejo) es por eso que la proyección cromática sobre el diapasón del violín representada en el tema (modelo central para las variaciones) está compuesta por gestualidades y sonidos contrastantes entre sí. La dialéctica evidente entre sonidos que emergen del silencio que se van estableciendo hasta que el siguiente lo corta bruscamente es una de las gestualidades que acontecerán transversalmente en las variaciones, a veces en formas no tan evidentes como en el tema pero presentes dentro de la estructura.

Once variaciones

A diferencia de la tradición musical de este proceso compositivo, las variaciones cumplen una característica común y es que son más cortas y concisas que el propio tema. Por lo general variar, implica extender y desarrollar pero acá más que extender se concentra y condensa el discurso. Proceso parecido al que se da cuando se ejerce la libertad de expresión en un contexto represivo. El sujeto por lo general comienza paulatinamente a perder espacio público donde pueda comunicar y desarrollar su libertad. A cada gesto de libertad los represores imponen más restricciones a la persona hasta que generalmente deciden privarla de su libertad, abrirle procesos judiciales arbitrarios y ponerlos tras rejas con condenas de años.

Esta dinámica represiva impone cada vez sobre los sujetos un peso mayor que los hace condensar su necesidad de expresión y soltarla a veces cargada del desgarro que implica la contradicción entre su testimonio personal su ser aquí y ahora y su contexto, generando  un dolor profundo que quema por dentro. Los que son persistentes en ejercer su derecho logran a veces expandirse, sentirse momentáneamente realizados, experimentan cierta complacencia expresiva, pero eso siempre contrasta con un contexto represivo inamovible e impersonal. Las variaciones por lo tanto, son repeticiones de esa proyección cromática sobre la serie de duraciones pero en donde sólo varían las unidades rítmicas, las intenciones, las gestualidades y las duraciones generales dentro del marco del tema central.  

La variaciones surgen al igual que el tema desde el registro más grave del violín y terminan en el más agudo (espacio total del diapasón) y esta linealidad crean una suspensión donde destaca el silencio entre una y otra variación. En gran medida esta  suspensión es creada porque en ningún caso (exceptuando la coda) se dan compensaciones, o giros descendentes que generen un diálogo, sino que son declaraciones lanzadas al espacio y que quedan en tensión sin resolución. Metáfora de la soledad del que decide enfrentar su contexto, del que, más allá de las múltiples formas de amenaza y coacción, persiste en alzar su voz.

Entre las variaciones se propone al intérprete dejar espacios de silencio proporcionalmente relacionados con el espacio del tema central. En este caso se propone dejar el espacio de silencio que sumado a la variación completa la duración general del tema. Transcurriendo así la totalidad de la pieza como bloques temporales similares que en su duración contienen un espacio de silencio y una respuesta del violín en forma de variación al tema. Se crean entonces una cadena o secuencia que comienza con el tema, después queda un espacio de silencio, se ejecuta la primera variación, queda espacio de silencio y se ejecuta la segunda variación así sin interrupción hasta la coda donde esta relación se invierte.

Coda

Después de la variación once comienza sin pausa la coda (parte final), de la obra. La coda implica una doble inversión del proceso, primeramente al conectar con el final de la variación once sin pausa y segundo por ser el único diseño descendente. La coda recrea las mismas estructuras fundamentales pero en sentido lineal descendente comenzando en el registro más agudo y terminando en el registro más grave del violín, posibilitando la vuelta al comienzo, casi como círculo infinito. Sin embargo para que este siclo sea terminado el intérprete deberá esperar el silencio necesario para completar el espacio general del tema central.  

La coda surge después de escuchar, entre pausas de diversa longitud, doce intervenciones con una misma dirección ascendente y lineal. Emerge así como símbolo de respuesta, quizás como cierto consuelo, pero sobre todo como metáfora de que la fidelidad a un propósito por más totalitario y represivo del ambiente produce una respuesta, aunque a veces la respuesta es nuestra propia desaparición material, nuestra eliminación física del propio contexto, ya sea por prisión, por destierro o por la muerte. Más allá del dominio de lo material que evidentemente tiene los poderosos que administran las vidas de tantos hermanos, pienso que si tenemos la Fe y la Fuerza espiritual para sostener este doble combate siempre abriremos la posibilidad de una respuesta, quizás oculta, pero infinitamente más real que el poder materialista de los represores.

Final

Es importante destacar el diálogo entre sonido y silencio (entendiendo  “silencio” por ausencia de sonidos del violín) en varios niveles. Por un lado el interno del tema y de  cada variación, algunas de ellas casi sin espacios de silencio y otras pobladas de pequeños momentos de silencio musical. Por otro lado el espacio global de silencio entre las variaciones, un silencio que desborda el performance sonoro habitual que deja un intérprete entre variaciones o entre piezas. Ese silencio que hace emerger en primer plano el paisaje sonoro del momento nos recuerda que la realidad nos desborda siempre, y no podemos totalizarla o determinarla, porque su complejidad nos devuelve una relación más humilde y abierta que nos reorienta como seres humanos en el mundo.

Más allá del silencio impuesto por los totalitarismos, la realidad de la vida siempre emerge creando espacios a veces muy pequeños pero dignos desde su ser libre y autónomo. También estos espacios se dan en nuestro interior, posibilitando una fortaleza que rebaza cualquier determinismo materialista y pragmático. Desde esa raíz nos interesa finalmente abordar a nuestra propia necesidad de expresión como un marco que a pesar de ser limitado y efímero abre las puertas al ser absoluto, en su belleza y en su verdad desplegada en el tiempo histórico del hombre. Porque “el espíritu sopla donde quiere” no debemos temer a los tiranos poderosos, nuestro testimonio de libertad si logra ser aplastado por los represores, emergerá nuevamente en muchos otros, indetenible.

Epílogo

Esta obra musical viene acompañada por un texto creado con la misma estructura de: tema, once variaciones y coda. Sin embargo, la idea es que ese texto acompañe el performance musical pero no necesariamente hay que buscar una relación determinista y directa entre el texto y la música. Son dos formas de expresión que en este caso confluyen para desarrollar desde sus recursos propios el tema conceptual propuesto, la libertad de expresión. El texto cumple la función de crear un contexto previo a la interpretación musical. De situarnos en medio de esas contradicciones dolorosas donde la realidad social revela su crudeza y evidencia nuestra fragilidad. Es por eso que me interesa a partir de conformar ese contexto desafortunado y terrible proponer el sentido profundo de dar testimonio justamente por estar ahí en medio de tanto dolor, miedo y destrucción. 

Tema, Once Variaciones y Coda sobre la Libertad de Expresión

Tema

A veces no nos damos cuenta lo que nos determina y marca el hecho de haber nacido en un país donde la libertad de expresión está terminantemente prohibida.

I

No sólo me refiero a lo más personal o subjetivo implicado en la libertad de expresarse sino también y sobre todo en que a partir de la posibilidad de expresarse surge también la de construir comunidades expresivas, compartir con otros sus mismas necesidades, en definitiva,  construir en sociedad.

II

Una cosa terrible es cuando uno mismo frena sus proyectos, por el miedo a perderlo todo. Cuando uno mismo excluye a otros de sus proyectos por temor a ser delatado, por temor a exponer a otros a ser interrogados, amenazados, por temor a que lo destruyan todo de un plumazo.

III

Aprendemos a conquistar milímetro a milímetro nuestra propia libertad y sin embargo toda esa lucha implica contradicciones dolorosas. Para ser eficaces nos es imposible abrir la casa y dejar entrar el aire, estamos en guerra (nos decimos para calmar nuestra herida), pero realmente sentimos que a veces cambiamos los roles, a veces sentimos que somos nuestros propios verdugos, que somos nuestros propios represores.

IV

Desconfiar del otro es un golpe continuo en la cabeza, convertirnos en seres hipersensibles a los gestos, frases y expresiones del otro sea quien sea, al final nos decimos, ¿Qué podemos asegurar completamente, más allá de nuestra propia intensión?

V

Incluso cuando vencemos ese miedo visceral al otro, cuando abrimos quizás una ventana, cuando nos decimos es imposible así, hay que tomar ciertos riegos, incluso ahí, simulamos.

VI

Todos hemos confiado alguna vez, todos hemos desconfiado alguna vez, en medio de ese terrible vaivén transcurrimos, nos consumimos, ganamos y perdemos sin saber nunca cuando es que realmente ganamos o perdimos algo. ¿Qué? Sí, ese ¿qué? resume bastante, aunque no lo creas.

VII

Lo peor es cuando sientes el olor a rancio de los demás, cuando tienes que entrar a alguna institución no importa de qué, y ves a los demás sobreviviendo, simulando que viven, simulando para resistir el día a día, incluso simulando el goce de no tener que construir nada, solamente obedecer sin rumbo, obedecer al vacío arbitrario de otro que está más arriba y que a su vez obedece a otro hasta llegar a tu sabes quién.

VIII

Lo peor de lo peor es cuando tu mismo sientes el llamado vacío de obedece, que tienes que vivir, obedece un poco porque si no, lo perderás todo. Cuando uno mismo repite no solo para sí este fatídico llamado, sino cuando uno mismo lo transmite a los demás, cuando uno deja entrar esa voz y obedece, cuando uno mismo multiplica el olor a rancio, y se vuelve otro megáfono más del poder, aunque estemos en silencio.

IX

La repetición hace que poco a poco pierdas el olfato, incluso a veces te dices a ti mismo, creo que exageré un poco, no era tan malo este olor, mejor, porque así “vivo más tranquilo”.

X

Lo peor de lo peor de lo peor, es cuando el poder logra domarte en silencio, domarte a través de los otros, sin tener que exponer ni manchar su largo historial de abuso, sin tener que sacar la fusta y amedrentarte en público, sin perder una cuota del silencio que lo sostiene inquebrantable.

XI

Pero todavía hay algo peor, hay algo más rancio, más bajo, más terrible. Cuando tú mismo te vuelves el verdugo, cuando tú mismo justificas la violencia vacía y arbitraria, cuando tu mismo das el golpe más duro, no porque seas más fuerte, o porque tengas más odio, o porque te guste, sino simplemente porque viene de ti, simplemente porque eres tú, porque lamentablemente, eres tú.

CODA

Nacer después del diluvio, nacer después de que alguien al parecer muy poderoso ordenara limpiarlo todo, pulir los pisos, planchar los manteles y servirnos la mesa a todos ¿por igual? Nacer después de que todos han bebido el agua del leteo, después de que incluso aquellos que sabían dejaron de ser, muertos en vida, entregados como combustible para que siga la producción, para que siga la molienda, cáscara eterna. Nacer después y constatar que a pesar de todo, hay tremenda peste en el ambiente, hay que comerse el pollo podrido para después cagar indetenible hasta el desmallo. Hay que ponerse, blanco, rojo o amarillo, pero nunca, nunca, decir las cosas en el momento, en el aquí y en el ahora, en su lugar. Hay que desdoblarse continuamente, hay que descolocar la verdad que surge como un trueno. Hay que callar, para quizás después, más adelante con mucho cuidado y esmero, hablar descolocadamente, sin aliento.


[1] La serie complete de duraciones es: 7-1-6-2-5-3-4-4-3-5-6-1-7.