Alas de árbol / Horror Vacui

Alas de árbol / Horror Vacui

Colectiva / Galería Habana. 25/10/19

Comienzo a sospechar, de manera nada sutil, que la falta de documentación textual, aunque sea una frase o sentencia simbólica, está plagando las propuestas de artes visuales en los últimos tiempos. Es algo así como un tiro de suerte interactivo, en el que los organizadores, curadores, y con ellos arrastrando a los artistas, se arriesgan poner a prueba a los espectadores para ver si, al menos, intuyen cual es el presupuesto museográfico de sus ofertas. Para cualquier conocedor en la materia una vertebración conceptual pudiera llegar a resultar, de estar mal fraguado, hasta un estorbo. Pero tómese en cuenta que la mayoría de los asistentes a un evento de este tipo no concurren solo para beber gratuitamente, además de que lo hacen eventualmente, no tienen una formación e información acabada, o no están muy familiarizados con el medio. No es necesaria la colocación de una muela extensa, o un programa al estilo teatral, bastaría un discreto indicio que direccione la mirada de los profanos.

No quisiera ser absoluto, pero creo que no podrán imaginar el júbilo que experimenté al entrar a la Galería Habana, el día inaugural de Alas de Árbol, y constaté que estaban repartiendo postales. Me remontó a los días de la infancia cuando, en los cumpleaños, se distribuía a los invitados un set con gorritos, silbatos y serpentinas. La postal estaba muy bien impresa, la verdad, de una sobriedad en el diseño tal, que solo contenía el título de la exposición, la nómina de artistas y el staff de la galería, amén de otros datos obvios (fecha, dirección, etc.). ¿Por qué no aprovechar los 15,4 X 19,7 cm de superficie cromada (tan cotizada por cualquier artista), para colocar cuando menos un statement curatorial de dos o tres líneas?
No importa, dije, ya me las arreglaré con los títulos de las piezas para sacar en claro algunas pistas… What do you say? ¿Qué no hay pies de obras? Es lógico que la gente esté a la caza de la bebida. En lo que saludaba a los colegas y artistas, perdí buena parte del tiempo, prometiéndome regresar. Pero no quería pasar por alto la inauguración para garantizar una huella, algo que me diera pie para escribir.

En el viable espacio de Galería Habana están las obras de María Magdalena Campos, René Peña y Adonis Flores, un selecto trio que muestra obras muy actualizadas de sus trabajos. La primera de ellos exhibe fotos manipuladas e intervenidas, casi registros documentales de pequeñas instalaciones, y dibujos de oficio. La trayectoria de esta artista es una de las más perseverantes y reconocidas en la visualidad cubana, desde que en la revolución plástica de la segunda mitad de los ́80 se diera a conocer su quehacer de ruptura. El conocido fotógrafo René Peña, quien se vale del medio para discursar sobre asuntos que rebasan el propio soporte, y esgrimir una polisemia iconográfica, representacional, desde una lectura antropológica y una construcción cultural muy personal, muestra imágenes que revelan la autoconciencia de su trabajo, en algo que definiría como doblemente autorreferencial. En la uniformada representación de Adonis Flores, identificada por su indumentaria de camuflaje militar, aparecen máscaras tradicionales africanas sostenidas entre sus brazos (¿víctimas ellas de los trastornos coloniales? ¿envestidas de poderes contemporáneos para la guerra?).

Las obras por sí mismas, separadas unas de otras, o de un autor a otro, responden a lenguajes intrínsecos que detienen al espectador con el delator reclamo de códigos subyacentes, parando aquí, allá, en la encrucijada seductora de un oficio sabiamente construido. Ahora bien, la discontinuidad de los discursos, y la falta de correlación temática (¿África? ¿La auto representación en diferentes tendencias? ¿Creaciones recientes de autor?), es algo que queda obviamente colgado. Finalmente, no pude regresar antes de escribir, y creo que mi radio de acción no llegará por allá antes de la clausura. El título me cuadró, es muy sugerente, terrenal, étnico, místico…