Otra vez el desnudo / LA NAVE galería de arte. 10/8/19
Miles de años antes de hacer consciente al cuerpo, ya el cuerpo estaba ahí. De hecho, es el cuerpo, físico, atómico-anatómico, quien soporta y permite, simultáneamente con la evolución, hacer consciente, entre todas las cosas que alcanzamos a percibir, al propio cuerpo. Semejante revelación parecería una paradoja, culturalmente hablando, porque la común inversión de precedencias es resultado de una de las infinitas ingenuidades humanas racionalmente construidas. El asunto es que, ontogénicamente, como parte del constructo sociocultural, en cuanto tenemos uso de razón, vemos al cuerpo como la civilización nos enseña a verlo, desde un formato prefabricado: piel, tabúes, sexo, fetiches; y, en este adulterado orden de cosas, existe porque lo percibimos.

De cuerpo presente, está más cerca de una lectura social del fenómeno, de “dar la cara”, de exponerse como protagonista de un discurso X, pues son las propias artistas quienes performatizan su discurso fotográfico, involucradas de antemano con sus curadores. Esta breve antología visual, que reúne obras de Alejandra González, Daniela Águila, Lisandra López, Katiuska Saavedra, Khadis De La Rosa y Yanahara Mauri, mostrada en La Nave, se vale de la imagen del cuerpo, sus cuerpos, intervenidos real o virtualmente, para dialogar sobre diversos tópicos que laceran, a veces retorcidamente, la naturaleza humana.
Ya claro para cualquier diletante o estudiante de arte, la figura humana ha sido un resorte expresivo con antecedentes prehistóricos. Primero desnudo, pues no había en sus orígenes complejidades sociales como para tener que ocultarlo, y posteriormente desvestido de sus obligatorios atuendos, la representación natural del cuerpo ha llegado hasta la contemporaneidad como un género, visual-audiovisual y escénico-danzario, que ha ocupado todos los recintos permisibles donde se ha podido instalar. Históricamente, el hecho de que la cultura judeocristiana, piedra angular de la civilización occidental, lo satanizara por ser ingrediente básico de pecado, ha otorgado valor añadido al desnudo.

Todavía hoy la curiosidad de mucha gente paga por ver a alguien encueros, en un mundo donde todos están vestidos. Los artistas, esos seres aparentemente “etéreos” (no necesariamente héteros), han sabido cómo sacar partido a esta fisura civilizatoria. Más allá de la belleza intrínseca del cuerpo, cuando la sorpresa y honestidad creadoras dan en el blanco con una necesaria desnudez para señalar estéticamente algún particular que implique tal énfasis, y como resultado de un rejuego semántico, esta apenas cobra prevalencia en el discurso, sirviendo solo de vehículo. Desde luego que esto no es tarea fácil, y muchos confunden la autenticidad de este casuístico procedimiento con una receta que lleva indefectiblemente al éxito. Sería como montar una pizza, aplicando para ello el más variopinto repertorio de sabores, sobre una base…, o cuerpo, que rara vez experimenta mutaciones.

Marina Abramovic, Cindy Sherman o la cubano-estadounidense Ana Mendieta, ejemplos en la escena internacional contemporánea que han explorado sus cuerpos hasta la saciedad, o Marta María Pérez, Tania Bruguera y Cirenaica Moreira, en Cuba, por solo citar algunas mujeres, son consagradas precedentes de un modo de explorar sus cuerpos como soporte para manipulaciones socio antropológicas, valiéndose para ello de objetos y elementos complementarios de una identidad en extremo orgánica, en coyunturas generatrices muy propicias. De manera que, salvando el empleo de tecnología digital, intervenciones virtuales de las imágenes, ediciones computarizadas bien depuradas, y un matiz sutilmente renovado en la factura y los temas abordados, este sexteto ha seguido un camino bien difícil de transitar, intentando no pisar donde lo han hecho otras. Es obvio que se trata de algo que no ignoran sus managers, al decir de Miguel Ángel García Piñeiro, curador junto a Clarisa Crive de esta muestra: “Las posibilidades físicas de manipular los cuerpos parecen haber sido ya descubiertas” (…) “De Cuerpo Presente se mueve por este terreno de arenas movedizas y cabalga a sus anchas con seguridad y firmeza”.
De no haber sido por un par de bocinas a todo volumen con música de Whitney Houston, en el patio, y la falta de un climatizador en el interior del recinto expositivo, elementos que en nada favorecían a esta propuesta, la velada inaugural hubiese quedado algo más decorosa. No creo que estas creadoras de formación se merecieran una actividad dominguera de Casa de Cultura, un viernes por la tarde, para una ceremonia de otro estándar.

La Habana, Cuba, 1967 / Artista
Formado en Pedagogía Artística por la Universidad de Ciencias Pedagógicas Enrique José Varona, Técnico en Artes Visuales por la Academia Provincial de Bellas Artes de San Alejandro, Diplomado en Antropología Cultural por la Fundación Fernando Ortiz, y en Producción Simbólica por la Universidad de las Artes (ISA). Ha ejercido como ilustrador gráfico, analista de prensa, periodista y profesor universitario. Sus libros de poesía y narrativa breve se han publicado en Cuba, Venezuela y Argentina. Cuenta con numerosas exposiciones personales y colectivas en Cuba y el extranjero. Actualmente desarrolla el proyecto de experimentación artística Observatorio Entrópico de Palatino.