I. Emerge la idea principal del material sonoro.
Cuando me comentaron del performance de Tania Bruguera y la idea de Lién Carrazana de hacer un gran coro (virtual) nombrando a los presos políticos que están actualmente en prisión, e invitando a replicar este gesto, me quedé pensando en una forma de unificar en un mismo material sonoro todas estas voces. Pensé en que lo más sencillo (en términos de escucha, no necesariamente en términos técnicos) debe ser lo mejor, porque el centro de todo esto, es visibilizar más esta terrible situación por las que atraviesan personas y familias cubanas. Entonces se me ocurrió hacer una suma, un proceso de inclusión ordenada, por cada nombre se suma una voz y así se va formando ese gran coro que exige al unísono (ciertamente un unísono conceptual, no musical) justicia.
Esta fue la primera idea del proceso de composición que se me ocurrió, y pensando en la estructura sonora que se forma al sincronizar el inicio de cada nombre en distintas voces, me surgió la imagen de olas que rompen y se deshacen continuamente, (dado que es imposible la sincronía rítmica exacta porque cada uno despliega un ritmo específico cuando lee los nombres). Pero pronto, al tomar en cuenta la cantidad de nombres de la lista (comenzó con 102 nombres y durante este primer mes fueron excarcelados 3, por eso finalmente este primer material quedó en 99 voces-nombres) comenzaron mis dudas del efecto sonoro del material, dado que llegado a un punto x de suma de voces, no es reconocible ni diferenciable la unidad que es sumada, y por lo tanto sería un trabajo técnico enorme de sincronización de todas las voces para un resultado sonoro que llegado a cierto punto se estanca y empobrece.
Entonces pensé (a pesar de que igualmente implica un trabajo técnico tremendo) en sumar siempre una voz nueva por cada nombre, pero que esa voz nueva sea reconocible (sobresalga del resto de voces) y así cada nombre tiene un cuerpo sonoro específico, una intención sonora específica, reflejo conceptual de que cada nombre es una persona individual, una historia específica, donde la injusticia de una dictadura deja su huella indeleble. Así fue que la idea de este material fue emergiendo al tiempo que compartía e intercambiamos ideas con el equipo de Libertad Cuba Lab, junto a Deborah Bruguera, Lién Carrazana, Tania Bruguera, Alain Rafael Dueñas y Marcos Burgos Ezavan, y al tiempo que se impulsaba la iniciativa.
II. La pieza sonora
Esta obra está compuesta por una línea principal que es el listado de los nombres de los presos políticos que están actualmente en prisión en Cuba (es importante aclarar que hay muchos más en diversas condiciones que en un material visual completo se incluirán para darle visibilidad a todos). Esta línea sonora principal es la columna vertebral de toda la obra, cada nombre de la lista que fue leída implica siempre una voz nueva que se suma al coro, dicha voz es a la vez un golpe, una exigencia de justicia pero también es una petición, una llamada de alerta a todos los que creen en los principios de justicia y libertad. Cada voz es un cuerpo sonoro, que evoca una dualidad, por un lado es imagen del cuerpo del que habla y por otro lado evoca a ese otro cuerpo (del que es nombrado), lacerado por la impiedad y la injusticia de un régimen totalitario.
A partir de esta columna vertebral se tejen dos capas más de acontecimientos sonoros derivados de este mismo material principal. En un nivel sonoro más bajo por lo general, aparecen un vaivén continuo de múltiples voces, como un mar relativamente en calma, como ese líquido que sostiene y que finalmente puede producir las olas, ese desborde momentáneo, ese más allá del límite, esa fuerza que cruza el vacío e interviene el tiempo, y golpea. Las olas sonoras propiamente hablando se producen al colocar varias voces juntas en el inicio de un nombre, implican ese momento de unísono temporal, de acorde que se desvanece en las diversas temporalidades de cada voz estableciendo un contrapunto que se deshace.
La lógica general de la obra sonora es crear este coro general e ir creciendo y decreciendo hasta desembocar en un crescendo final. Es importante aclarar que la lógica de acentuaciones es completamente musical, al igual que el orden de la lista es alfabético. No buscaba acentuar algún nombre para destacarse del resto sino para crear un movimiento sonoro que le aporte una forma y un sentido temporal general a la pieza sonora.
A partir de este crescendo final, toma protagonismo un violín solo, que desde el principio está presente pero muy suave. Y queda descubierto que todo el tiempo el violín estaba improvisando y preludiando sobre el inicio de nuestro himno nacional. Sin embargo es un himno fracturado, e intervenido, imagen del dolor real que implica nuestra situación como nación.
III. Propósito
Finalmente creo es necesario aclarar que este es un proceso que comienza, en donde los materiales sonoros dan puntos específicos, señalan, marcan pero no finalizan, dado que la injusticia ( y la imposibilidad más elemental de justicia independiente) sigue siendo dentro de la Isla, desgraciadamente, algo del presente. Este primer material sonoro está realizado con las primeras 99 voces que se sumaron y a las que pude descargar (gracias a la infinita ayuda de Deborah Bruguera) e incluir. Felizmente se siguen sumando más personas a esta noble iniciativa y por eso seguiremos pensando en formas de unir y construir coralmente sus voces y sus imágenes, y así buscar visibilizar más esta situación. Por eso deseamos que el coro siga creciendo y que este clamor de dolor, que esta exigencia de justicia, se impacte al igual que nuestro maravilloso e inmenso mar, contra ese muro artificial y soberbio de la dictadura cubana, ¡hasta que ese muro no aguante más!

Cienfuegos, Cuba, 1987 / Compositor y violinista
Actualmente realiza su doctorado en composición musical en la Universidad Católica Argentina. En 2013 culmina sus estudios musicales en la Facultad de Música en la Universidad de las Artes (ISA). Desde los siete años comenzó a estudiar violín y desde su graduación en 2005 en la Escuela Nacional de las Artes (ENA) se ha desempeñado como violinista y profesor en diversas instituciones y organismos musicales en Cuba y Argentina. Ha participado en varios proyectos culturales: exposiciones colectivas de artes plásticas, obras de teatro y danza.